Lamento La
Pena de Muerte
Jorge Moncada Angel |
No es un
asunto folclórico pedir la pena de muerte en Colombia por crímenes deleznables,
atroces y de alto impacto mediático.
No es
aconsejable llamar a la rabia a usurpar los avatares de la justicia y su
paquidérmico transito en el laberinto de jurisprudencia, encaminada sobre
legislación- normatividad cero y leyes derogadas por reformas, -caducadas por desuso-.
Verse inmerso
en un lío de semejantes dimensiones, como usuario activo de la justicia colombiana,
desde casos simples hasta complejos. Ser
cliente de abogados y tener la sentencia dictada desde el inicio del proceso.
Es la más tenebrosa experiencia de cualquier ciudadano.
No quisiera
ver la pena de muerte en un país sin atisbo de justicia eficiente, sin leyes actualizadas,
sin aparato investigativo adecuado, sin tecnología de punta para pruebas
técnicas, sin base de datos consolidada, depurada y sin inventario etnológico, fenotípico,
sociológico y costumbrista de la nación
colombiana.
Para citar un caso puntual, el Departamento de Planeación Nacional,
no ha podido depurar la base de datos del Sisben. No sabe a quién beneficia.
La justicia
no es un sentimiento de indignación, ni un momento de euforia en linchamiento, acción
por cegués de rabia, desahogo de amarguras o colusión grupal para matar.
La justicia
va más allá de lo humano, el juez oficia de ser sobrenatural, tiene el poder de enterrar en vida o deshacer las
cadenas de la ignominia. El juez administra, aplica o gerencia la justicia
según su criterio. El error humano para quitar la vida de otro persona con
fallo condenatorio en entorno de pruebas débiles, con archivos desordenados,
con funcionarios corrompidos y amañados. No es justicia.
Advertidos, no
es un error humano, sino un homicidio
culposo. Sentenciar a muerte a un inocente con el status de la justicia actual,
es un asonada al debido proceso.
Entiendo el
dolor, la frustración, el ánimo de ejemplo para no repetición, el apetito de
justicia y la embriaguez, “pero conozco mí gente”.
El manejo presupuestal de la justicia está
vinculado directamente al acontecer político, a las movidas del poder
burocrático y a las pujas académicas concentradas en ejes seculares.
Sin justicia
no puede haber cadena perpetua, ni pena de muerte, ¿para condenar a quién? ¿Al
culpable o al inocente? ¿Con la ayuda de quién? ¿De falsos testigos o testigos
muertos? ¿Quién se le mide a ser declarante sin musculo financiero para hacer
fuerza en el desgastante y peligroso papel de testigo?
Para
equilibrar las preguntas que surgen de la actual ‘justicia del absurdo’, citaré al
Nobel de Paz Elie Wiesel: “La neutralidad ayuda al opresor, nunca a la víctima.
El silencio alienta al atormentador, nunca al atormentado”.
Jorge Enrique
Moncada Angel
En qué pais vive usted?... Me gustaría vivir ahí en donde todavía hay justicia... No se puede ser clemente y absurdamente tonto cuando la balanza aún pide declinar por seguir con los ojos vendados ... Esa niña ya no podrá vivir en ese país maravilloso en el que usted vive... pues en su tierna edad conoció el desdén de los que no creen que la justicia les puede llegar y cometieron el delito a sabiendas que saldrían airosos.. Trate de arrancarle una sonrisa a esa niña y sabrá que ni si quieras estás en el mismo mundo ni si quiera en un segundo del sufrimiento que padeció esa niña.... va para las miles de victimas fruto de la impunidad y el pedir clemencia por monstruos sociales...
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