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sábado, 26 de noviembre de 2016

Deforestación (cuadragésimo séptimo dominical 2.016)

Deforestación




Tengo deforestado el corazón, el civismo, la cultura ciudadana, la fe en él otro y la creencia en cualquier liderazgo en pro del  bienestar común de mis paisanos. 

No es la deforestación de los individuos arbóreos, permitida, aceptada y normalizada por las fuerzas vivas de una ciudad, la que causa el más grande deterioro ambiental…NO. Es el calentamiento global, la actitud frente al “quejoso” ambientalista, tildado de“enemigo del progreso”, agredido, asesinado y perseguido por el estamento en general. 

Dicha persecución y estigmatización es parte de la estrategia para ejecutar sin problemas, ni tropiezos las obras contratadas, sin tener en cuenta la defensa de lo ambiental. 



Desde que inicié acciones para detener la tala de los samanes de Cartago, siempre me embargó el temor de no lograr el cometido. Cuál es: la buena educación y la defensa de las zonas verdes y espacio público. De lo contrario, al fracasar, se deseducaría. Se daria paso al NO futuro: juventudes que creerán que talar árboles, es sinónimo de progreso. Generación de ciudadanos indolentes  y gestores de políticas depredadoras en su entorno natural, anti-políticas en función de la búsqueda del lucro y no de la conservación y sostenibilidad.

La vigencia paisajística de los árboles es los centros urbanos, pasó a segundo plano.  En las ciudades, ya no tenemos árboles o casi no. Pero lo más preocupantes es: estamos dejando un negativo ejemplo a los nuevos agentes sociales para que no les importen los árboles, la naturaleza y/o se guíen por el lucro, más no por el sentido común de estar ligados a los mencionados entes por la necesidad intrínseca humana de respirar oxígeno, que los mismos árboles producen, siendo además descontaminadores de las poluciones. Además efectivos capturadores de CO2, que emanan las actividades humanas como la quema de combustibles fósiles para el transporte, industria, y la emisiones propias de los hogares.



La deforestación es un régimen de terror ciudadano, por su connotación totalitaria, deja huella de angustia existencial en sus víctimas y victimarios. Trascendiendo una  plantilla de sistema opresor: aprendida y aplicada por ambos. El dolor causado a las víctimas en ciertos momentos es replicado por acción u omisión- motivado por las circunstancias, inducido por la propia o extraña determinación de repetir el único ejemplo que conoce: dañar, talar y destruir.

Repetir, repetir y repetir malos ejemplos, son las consecuencias que deja la administración de la doble moral política y administrativa. ¿Para qué se politiza y monetiza la gestión ambiental?, sino es para cohechar con firmas de ingeniería, empresas mineras o acceder a puestos administrativos para sentenciar  vía resolución gobernativa la muerte de árboles, intervención de ecosistemas endémicos completos, autorizar las fumigaciones con glifosato en selvas de Colombia, autorizar rellenos sanitarios, minería en páramos, minería cerca a centros urbanos, minería en estrellas hídricas y ser cohorte de expropiación, desplazamiento forzado, desapariciones y demás vejámenes que trae la locomotora minera 100 % estatal, 100 % privado, extractivista, desmembradora territorial y social. Todo lo anterior es cercanamente descriptivo y fidedigno testimonio de lo hace el ministerio del medio ambiente y las corporaciones autónomas.

¿Cómo reforestar nuevamente el corazón de las personas?, creo que resarciendo el daño causado a los movimientos ambientales, por usurpación ideológica que padecen y deteniendo las vías de hecho y anquilosamiento en contra de su misión, labor e impulso. 

Jorge Enrique Moncada Angel

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