La bipolaridad es el termino de moda en nuestros días para comprender la actitudes encontradas en la vida diaria donde se mezcla el bien con el mal, lo bueno con lo malo y las personalizados incomprensibles que van del llanto a la alegría o del negro al blanco, los políticos rigen nuestra vida con decisiones bipolares que no nos parecen ni correctas ni incorrectas, que al juzgarlas las encontramos normales para no afectar los intereses colectivos de la minorías, que afectan a las mayorías, pero que son el corazón de una sociedad que acepta la corrupción como motor de desarrollo o simplemente la forma de conseguir el pan diario sin importar de donde viene ni para donde va, ese pan que tiene más poder que la paz misma, la paz de ilusiones, de sueños de euforia momentánea de la cual no se come ni se sobrevive y de la cual se despierta con el estomago vació o con un título universitario esperando ser usado fuera de la reunión familiar.
El título es obtener la paz sin luchar por nada y dejar toda la violencia que se utiliza para conseguir la paz y el poder político que no quiere sino la violencia para mantenerse en el poder donde el poder cotidiano de los sentimientos alquilados, sea el motor de una sociedad donde surgen cosas malas, que nacieron de algo blanco, que no es negro y parece bueno. Hoy en día la bipolaridad es una enfermedad psicológica, social, política, cultural. Pasamos del bi-partidismo político al bi-polarismo social político, donde todos los colores se van en degrade, mezclados en un solo crisol oporteño.
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